LAS TERMAS ROMANAS
Las termas romanas son recintos públicos destinados a baños, típicos de la civilización romana. Eran baños públicos con
estancias reservadas para actividades gimnásticas y lúdicas. También
eran considerados lugares de reunión «laconium» de personas de todas las clases incluyendo a la gente que no
podía permitirse tener un baño en su casa, como la plebe o los esclavos. Su
uso era fomentado también por las autoridades, que en ocasiones cubrieron sus
gastos haciendo el acceso a ellas gratuito para la población. También eran
complejos sanitarios. Las termas representan una de las
más sorprendentes y admirables construcciones de la civilización romana.
Aunque
hombres y mujeres compartían en ocasiones los mismos espacios, las horas
de baño eran diferentes para unos y otros: las mujeres acudían por la
mañana mientras los hombres lo hacían al atardecer. En aquellas que
disponían de secciones separadas para hombres y mujeres, al área
destinada a éstas se le daba el nombre de «balnea».
Hacia las cinco de la tarde los
romanos, sin importar la clase o el estatus abandonaban aquello que les
estuviera ocupando y se dirigían a las termas.
La terma romana tiene una
estructura definida por su función. El «apodyterium» era, además de la
entrada a la terma, la zona de vestuario de la misma. Después se pasaba a
otra sala llamada «tepidarium», que consistía en una sala templada que a
su vez daba paso al «frigidarium» o al «caldearium», salas de agua fría
o caliente respectivamente. La sala caldearium se orientaba al sur para
recibir de este modo la mayor cantidad posible de luz solar. Bajo el
suelo de esta sala se hacía pasar una serie de tuberías por donde
circulaba agua caliente. El frigidarium, sin embargo, solía ser una
piscina abierta de agua fría. En general, las termas se rodeaban de jardines y otros edificios.
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